jueves, 25 de octubre de 2012

¿Comunicación o comunicados?

Desde hace tiempo se viene hablando en los ámbitos periodísticos, en las tertulias de los medios y en las informaciones de toda índole, que el gobierno actual, y en general toda la clase política no realiza la comunicación adecuada, si es que la realiza.

Cuando escuchas a los políticos en las diversas entrevistas que les realizan, casi todos coinciden en que quizás no están comunicando bien, que seguramente no están sabiendo explicar adecuadamente sus decisiones y sus formas de actuar, y que deben realizar una "profunda reflexión" para mejorar en éste aspecto. Y así un día tras otro, una semana tras otra y un año tras otro. Al final llega uno a la conclusión de que ni realizan tal reflexión, ni piensan en modificar o mejorar su comunicación, ni tampoco es verdad que piensen que no comunican bien. Eso lo pensamos el resto de la población, pero ellos, estoy seguro, están convencidos de que comunican lo que quieren comunicar y lo hacen de la forma que quieren hacerlo. Ni más ni menos, aunque a nosotros nos parezca un grave error, ellos están convencidos de que no es así. De otra forma rectificarían y no lo hacen.

Por tanto y puesto que hacen lo que estiman adecuado, podemos deducir que ellos lo que quieren no es exactamente "comunicar" sino "hacer comunicados" que son dos términos muy diferentes.

Comunicar, al menos en mi opinión, supone que alguien (persona, empresa o institución) quiere decir algo pero sobre todo que pretende que ese algo sea escuchado y entendido por aquellos a los que va dirigido. Aunque sea una comunicación "unidireccional" y no se pretenda generar ningún tipo de diálogo con el receptor que genere bidireccionalidad, lo que sí es seguro es que se quiere que el mensaje llegue a los destinatarios y que éstos lo entiendan, lo asimilen y, en su caso, lo adopten como principio válido en sus futuras acciones.

Por el contrario, hacer comunicados, que es lo que realizan el gobierno y los políticos, supone nada más que decir lo que uno quiere decir, sin importarle lo más mínimo que eso sea escuchado, entendido y aceptado por los destinatarios. Ellos dicen lo que entienden que deben decir, sea bueno o malo, sea entendible o no, sea convincente o no, y una vez emitido el comunicado, la labor está terminada.

Lo malo es que en casi todas las ocasiones, eso que dicen ni es verdad, ni es entendible, ni por supuesto es aceptado y asumido por la población. Y así, cada día los intereses de los políticos y los partidos están más lejos de los intereses de aquellos que les mantienen con vida con sus votos.

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